viernes, julio 21, 2006

Mazarrón, cuna de la corrupción marbellí

Aún me es imposible colgar fotos, pero aprovechando que Marbella vuelve a estar en el candelero (o “candelabro”, como diría la Mazagatos), dejaré aquí un breve apunte.
Muchos de los mazarroneros todavía recuerdan a Carlos Sánchez. El recientemente detenido en la operación policial marbellí comenzó su “carrera” como antenista en Madrid. Su llegada a Mazarrón a mediados de los 70 cambiaría su vida para siempre. Carlos Sánchez, considerado como el maestro de Juan Antonio Roca, nos llegó de la mano del empresario José Alarcón Palacios quien compró Las Salinas, una extensión de millones de metros cuadrados que vieron nacer a la Ordenación Bahía con el consentimiento de nuestro Ayuntamiento. Carlos Sánchez se convirtió en el gerente y mano derecha del empresario y poco después, tras unirse a su hermano Ángel Sánchez y a su cuñado Manuel Calle, ex comandante de la Guardia Civil y quien después sería secretario del Ayuntamiento de Marbella, se adueñó del terreno de Playa Grande donde planeaban construir varias urbanizaciones.
Estos empresarios encontraron en Mazarrón todo lo necesario para enriquecerse legal e ilegalmente: un bello pueblo casi virgen y con unas posibilidades turísticas que a nadie escapaban y un consistorio encabezado por Pedro Muñoz Ballesta (PSOE) y que autorizaría la construcción en cualquier zona y a diestro y siniestro.
Durante esta época Carlos Sánchez contrató a Juan Antonio Roca y, según varios empresarios, le enseña una de sus máximas: "Cada día se levanta un tonto al que se le puede robar el solar. Encontremos a ese tonto". Los tontos éramos (¿somos?) nosotros, y la semilla ya estaba puesta y dando sus frutos. Pero la crisis de la construcción que vivía Murcia a mediados de los 80 convenció a Juan Antonio Roca y a Carlos Sánchez junto con todo su séquito de que debían salir de Mazarrón, dejando deudas millonarias y varias viviendas construidas sin permisos.
Fue entonces cuando el cerebro del urbanismo de Marbella conoció a Jesús Gil. Junto con Manuel Calle Juan Antonio Roca generalizó la aprobación de convenios urbanísticos, pese a que inicialmente estaban previstos para casos excepcionales y dentro de los planes generales.
Desde entonces, tanto en Marbella como en la mayoría de los ayuntamientos de la Región de Murcia la figura del convenio urbanístico se ha generalizado y se ha convertido en la principal fuente de financiación de los consistorios, incluido el nuestro.

Artículos de interés:

El País
La Opinión de Málaga
El Ideal
Libertad Digital



martes, julio 18, 2006

Problemas con el blog

Alguien anónimo está dejando decenas de comentarios en inglés exactamente la misma hora, el mismo minuto y casi el mismo segundo. Está claro que huele mal. No sé si eso tiene algo que ver con el hecho de que no pueda subir fotos, pero blogger está avisado y yo estoy a la espera.

Mis disculpas.

miércoles, julio 12, 2006

Una de motos

Mañana acabaré los exámenes si ellos no acaban antes conmigo. Como no tengo tiempo de trabajar las entradas del blog aquí os dejo una “curiosidad”.

“Érase una vez un Ayuntamiento que iba a pintar una acera de amarillo para que nadie pudiera aparcar allí. Cuál fue la sorpresa (o no, porque ya lo sabían) cuando se encontraron que en la acera había unas 20 motos, apoyadas unas sobre otras (algunas llevan allí años!!!). El dueño del taller las retiró para que la acera pudiera ser pintada. Una vez seca, el dueño volvió a colocar las 30 motos en la acera y jamás nadie pudo aparcar allí, consiguiendo el Ayuntamiento el objetivo que perseguía.”


Mañana acabaré los exámenes si ellos no acaban antes conmigo. Como no tengo tiempo de trabajar las entradas del blog aquí os dejo una “curiosidad”.

Esa acera está en la C/ Montesinos, y a pesar de su estrechez y de que las motos son parte del paisaje, es de doble sentido. El taller se encuentra en la C/ Boquera, una de las arterias de Mazarrón, y cuya acera también se encuentra ocupada por las motos que esperan a ser reparadas y a las que se unen la de los clientes que llegan “a por algo” o que simplemente aparcan allí para charlar (porque ya se sabe que no hay nada como ponerte a hablar en mitad de la calle, obstruyendo el tráfico, mientras tu moto ruge). También es una calle de doble sentido en la que el coche que se dirija hacia La Cañadica tiene que esquivar a los peatones que a su vez esquivan a las motos…










Para los que vivimos cerca, la cosa empeora cuando los incivilizados salen como locos con sus motos “rompiendo” ruedas y motores tras haberles puesto un altavoz en el tubo de escape para que los de aquí, más allá y muchísimo más allá se enteren de que su moto hace más ruido que ninguna.

Hay una cosa llamada “contaminación acústica” de la que muchos no han oído hablar en su vida. Quizás porque se han quedado sordos con tanto ruido entre las piernas o junto a los altavoces de algún pub. Pero el problema del ruido y el de las motos en general en este pueblo, merece capítulo aparte (si no que se lo pregunten a los de Bahía en verano). Ya parece que se han enterado de que hay que llevar casco. El siguiente paso será decirles que además de llevarlo sobre la cabeza, hay que atárselo. Y después vendrá lo del ruido. O eso esperamos muchos.