Mazarrón, cuna de la corrupción marbellí
Aún me es imposible colgar fotos, pero aprovechando que Marbella vuelve a estar en el candelero (o “candelabro”, como diría la Mazagatos), dejaré aquí un breve apunte.
Muchos de los mazarroneros todavía recuerdan a Carlos Sánchez. El recientemente detenido en la operación policial marbellí comenzó su “carrera” como antenista en Madrid. Su llegada a Mazarrón a mediados de los 70 cambiaría su vida para siempre. Carlos Sánchez, considerado como el maestro de Juan Antonio Roca, nos llegó de la mano del empresario José Alarcón Palacios quien compró Las Salinas, una extensión de millones de metros cuadrados que vieron nacer a la Ordenación Bahía con el consentimiento de nuestro Ayuntamiento. Carlos Sánchez se convirtió en el gerente y mano derecha del empresario y poco después, tras unirse a su hermano Ángel Sánchez y a su cuñado Manuel Calle, ex comandante de la Guardia Civil y quien después sería secretario del Ayuntamiento de Marbella, se adueñó del terreno de Playa Grande donde planeaban construir varias urbanizaciones.
Estos empresarios encontraron en Mazarrón todo lo necesario para enriquecerse legal e ilegalmente: un bello pueblo casi virgen y con unas posibilidades turísticas que a nadie escapaban y un consistorio encabezado por Pedro Muñoz Ballesta (PSOE) y que autorizaría la construcción en cualquier zona y a diestro y siniestro.
Durante esta época Carlos Sánchez contrató a Juan Antonio Roca y, según varios empresarios, le enseña una de sus máximas: "Cada día se levanta un tonto al que se le puede robar el solar. Encontremos a ese tonto". Los tontos éramos (¿somos?) nosotros, y la semilla ya estaba puesta y dando sus frutos. Pero la crisis de la construcción que vivía Murcia a mediados de los 80 convenció a Juan Antonio Roca y a Carlos Sánchez junto con todo su séquito de que debían salir de Mazarrón, dejando deudas millonarias y varias viviendas construidas sin permisos.
Fue entonces cuando el cerebro del urbanismo de Marbella conoció a Jesús Gil. Junto con Manuel Calle Juan Antonio Roca generalizó la aprobación de convenios urbanísticos, pese a que inicialmente estaban previstos para casos excepcionales y dentro de los planes generales.
Desde entonces, tanto en Marbella como en la mayoría de los ayuntamientos de la Región de Murcia la figura del convenio urbanístico se ha generalizado y se ha convertido en la principal fuente de financiación de los consistorios, incluido el nuestro.
Artículos de interés:
El País
La Opinión de Málaga
El Ideal
Libertad Digital
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Durante esta época Carlos Sánchez contrató a Juan Antonio Roca y, según varios empresarios, le enseña una de sus máximas: "Cada día se levanta un tonto al que se le puede robar el solar. Encontremos a ese tonto". Los tontos éramos (¿somos?) nosotros, y la semilla ya estaba puesta y dando sus frutos. Pero la crisis de la construcción que vivía Murcia a mediados de los 80 convenció a Juan Antonio Roca y a Carlos Sánchez junto con todo su séquito de que debían salir de Mazarrón, dejando deudas millonarias y varias viviendas construidas sin permisos.
Fue entonces cuando el cerebro del urbanismo de Marbella conoció a Jesús Gil. Junto con Manuel Calle Juan Antonio Roca generalizó la aprobación de convenios urbanísticos, pese a que inicialmente estaban previstos para casos excepcionales y dentro de los planes generales.
Desde entonces, tanto en Marbella como en la mayoría de los ayuntamientos de la Región de Murcia la figura del convenio urbanístico se ha generalizado y se ha convertido en la principal fuente de financiación de los consistorios, incluido el nuestro.
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