La exposición 'fantasma'
Hoy me voy a permitir cierta licencia y voy a contar una experiencia personal de lo más curiosa (y preocupante). Desde el día 18 se puede visitar (o al menos se supone) en la Universidad Popular de Mazarrón, de lunes a viernes de 8 a 10.30 de la noche, la exposición “Hans Christian Andersen, una vida de cuento”.
Pues bien, a las 9 de esta noche me he dirigido al lugar en cuestión, cámara y block de notas en mano. Al llegar, una chica de lo más amable me ha explicado que podía abrir la sala donde estaba la exposición, pero no podía encender la luz… Al parecer si encendía la luz, el edificio entero podía quedarse a oscuras (algo que ya le había pasado a primera hora de la tarde). Además, decía no estar segura de que hubiera una exposición allí dentro. El cartel que la anunciaba desde luego estaba en la entrada... Le he debido dar pena, o quizás ha sido mi cara de ‘¿pero qué me estás contando?’ lo que le ha hecho armarse de paciencia. El caso es que me ha dicho ‘espera un momento’, se ha dirigido a la oficina y ha vuelto con la llave. Con muchísima paciencia y ‘a la luz de un mechero’ que había que apagar de cuando en cuando por aquello de que quema, nos hemos puesto a inspeccionar si lo que había en las paredes de la sala tenía algo que ver con el gran escritor danés. No he podido sino acordarme de La Pequeña Cerillera, gran compañera de la infancia y a quien he buscado sin éxito. Tampoco he encontrado a ‘mi’ Sastrecillo Valiente, ni a La Sirenita, ni al Soldadito de Plomo, ni al Patito Feo… Pero cuando las paredes móviles están superpuestas ocultando los paneles expositores y los libros a los que pertenecen las ilustraciones se encuentran en están encima de un escenario al que no se puede acceder, es muy probable que la exposición esté a medio montar, en reconstrucción, en cuarentena o vaya usted a saber qué.
A pesar de todo no me voy a rendir. Sigo sin tener muy claro qué es lo que puedo encontrar allí, aunque estar, he estado y además con los ojos bien abiertos… Así que el lunes volveré a las 8 de la noche, con la última claridad del día (y una linterna por si acaso), y si hay que mover paredes o subirse a un escenario, se hará. Es que es Andersen…
Pues bien, a las 9 de esta noche me he dirigido al lugar en cuestión, cámara y block de notas en mano. Al llegar, una chica de lo más amable me ha explicado que podía abrir la sala donde estaba la exposición, pero no podía encender la luz… Al parecer si encendía la luz, el edificio entero podía quedarse a oscuras (algo que ya le había pasado a primera hora de la tarde). Además, decía no estar segura de que hubiera una exposición allí dentro. El cartel que la anunciaba desde luego estaba en la entrada... Le he debido dar pena, o quizás ha sido mi cara de ‘¿pero qué me estás contando?’ lo que le ha hecho armarse de paciencia. El caso es que me ha dicho ‘espera un momento’, se ha dirigido a la oficina y ha vuelto con la llave. Con muchísima paciencia y ‘a la luz de un mechero’ que había que apagar de cuando en cuando por aquello de que quema, nos hemos puesto a inspeccionar si lo que había en las paredes de la sala tenía algo que ver con el gran escritor danés. No he podido sino acordarme de La Pequeña Cerillera, gran compañera de la infancia y a quien he buscado sin éxito. Tampoco he encontrado a ‘mi’ Sastrecillo Valiente, ni a La Sirenita, ni al Soldadito de Plomo, ni al Patito Feo… Pero cuando las paredes móviles están superpuestas ocultando los paneles expositores y los libros a los que pertenecen las ilustraciones se encuentran en están encima de un escenario al que no se puede acceder, es muy probable que la exposición esté a medio montar, en reconstrucción, en cuarentena o vaya usted a saber qué.
A pesar de todo no me voy a rendir. Sigo sin tener muy claro qué es lo que puedo encontrar allí, aunque estar, he estado y además con los ojos bien abiertos… Así que el lunes volveré a las 8 de la noche, con la última claridad del día (y una linterna por si acaso), y si hay que mover paredes o subirse a un escenario, se hará. Es que es Andersen…
(A pesar de ser una fotógrafa compulsiva y de disfrutar reflejándolo en esta bitácora, en esta ocasión no tengo material… es que la sala estaba realmente a oscuras, y ni el flash ni el mechero servían de mucho).
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